El Django desencadenado de Tarantino no es más que una revisión del
spaghetti western tan popular durante los años 60. Así que, ¿qué mejor manera
de rendirle homenaje al género con sus películas más aclamadas? Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo conforman
una serie de películas dirigidas por Sergio Leone y protagonizadas por Clint
Eastwood, que son conocidas como la trilogía de los dólares.
El género del spaghetti
western hace referencia al western europeo, especialmente al desarrollado en Italia (de ahí su nombre). El
término lo acuñó la prensa de la época en un tono despectivo hacia este tipo de
cine, al que tildaban de violento y sucio, y consideraban un insulto para el
sacralizado y pulcro western clásico. Con el paso de los años estas películas han gano
ganando reconocimiento. En especial la obra de Sergio Leone, que parece
adelantarse a su época, centrándose siempre en la figura del antihéroe (principal
protagonista del Nuevo Holliwood de los años 70).
Por
un puñado de dólares
La película se inspira
en el Yojimbo de Akira Kurosawa. Un
pistolero, un cowboy sin nombre llega a un pequeño pueblo donde dos familias se
disputan su control. Por un lado los Baxter, por otro los Rojo. El hombre sin
nombre (apodado Joe por el fabricante de ataúdes) se plantea convertirse en un
mercenario que juega con ambas familias para hacerse pronto con un buen puñado
de dólares. Sin embargo, la actitud del pistolero cambia al descubrir la
crueldad de Ramón, el líder de los Rojo.
En 1964 un desconocido
Clint Eastwood se embarca en el rodaje de El
magnífico extranjero que finalmente se titularía Por un puñado de dólares, dirigido por el italiano Sergio Leone.
Eastwood no habla ni jota de italiano. Leone tampoco habla inglés. Sin embargo,
ambos se entienden a la perfección.
La
muerte tenía un precio
Un peligroso y sádico
criminal al que se conoce como “El Indio” escapa de la cárcel. Dos
cazarrecompensas van tras él y, en lugar de competir entre ellos deciden formar
una sociedad para atraparlo. Uno de ellos es el apodado “El Manco”
(Clint Eastwood) y el otro es el coronel Douglas Mortimer (personaje
interpretado por Lee Van Cleef). Sin embargo, el coronel Mortimer ansía algo
más que la recompensa: en realidad “El Indio” violó a su hija empujándola al
suicidio.
La película se estrena en 1965, y Clint Eastwood retoma el personaje del pistolero sin nombre,
mercenario destinado a exterminar. Como en la anterior, el público respalda la película obteniendo un notable éxito. Al exitoso binomio Estwood/Leone se suma Lee
Van Cleef, que también les acompañará en su próxima película, más grande y
ambiciosa que sus predecesoras.
El
bueno, el feo y el malo
Con la Guerra de
Secesión como telón de fondo, tres hombres buscan un botín oculto en un
cementerio. Por un lado están Tuco (el feo) y Rubio (el bueno); uno conoce el
nombre del cementerio, el otro el nombre de la tumba donde se oculta el botín.
Tras ellos va Sentencia (el malo), que pretende arrebatarles el dinero. Clint
Eastwood es Rubio, Eli Wallach es Tuco y Lee Van Cleef interpreta a Sentencia.
El hecho de enmarcar la
película durante la Guerra Civil estadounidense, sumado a la personal manera de
rodar del director (posiblemente no ha habido nunca un director que disfrute
tanto de los primerísimos primeros planos como Leone) y la maravillosa música de Ennio Morricone, le otorga un carácter
mucho más épico al filme. Prueba de ello es el duelo final donde los tres
protagonistas están frente a frente, en una magistral secuencia donde el uso de
todos los tipos de plano unido a la música de Morricone genera una
tensión increíble.
El
hombre sin nombre
Clint Eastwood
interpreta en las tres películas a un personaje de similares características.
Un pistolero sin nombre, de pocas palabras, solitario y con una constante
expresión de tensión en el rostro. Su poncho, su sombrero y sus cigarrillos son
las marcas principales de su atuendo. Una curiosidad: Eastwood no fumaba antes
de hacer estas películas. Le preguntó a Leone si su personaje podía fumar
cigarrillos falsos, pero le dijo que no. Repetir otra vez las escenas hizo que
desde entonces Eastwood se convirtiese en un fumador compulsivo. Respecto a la continuidad de las tres películas no está demasiado claro si el personaje de Eastwood es el mismo o si se trata de diferentes personajes de similares características. El hecho es que si partimos de la premisa de que es el mismo personaje, El bueno, el feo y el malo sería una precuela de las dos anteriores. ¿Por qué razón) Por un lado, porque a lo largo de la película se ve como va adquiriendo su característica indumentaria. Por otro, El bueno, el feo y el malo se ambiente aproximadamente una década antes (en algún momento entre 1861 y 1865) que Por un puñado de dólares, donde aparece un cementerio en el que una de las tumbas marca el año 1873.
Otro punto a destacar
de estas películas son su banda sonora. Y es que los filmes de Leone nunca
hubiesen sido los mismos sin Ennio Morricone. El compositor se ocupó de ponerle
música a las tres películas (aunque en Por
un puñado de dólares firmó bajo el pseudónimo de Dan Savio). En su música
mezcla ruidos, ritmos amplificados y repeticiones, que unido a sus bellas
melodías confieren una sensación de nostalgia y fuerza de una época pasada.
La influencia de estas
películas llega hasta hoy día, sobre todo homenajeada por los directores
Quentin Tarantino y Robert Rodríguez (su trilogía de El mariachi no deja de ser un homenaje a Leone y el spaghetti
western). Por otro lado, hay además otras películas como Regreso al futuro III, donde parodian ciertas situaciones. Desde la
indumentaria que lleva Michael J. Fox (similar a la del hombre sin nombre)
hasta la adoptar el nombre de Clint Eastwood durante su estancia en el viejo
oeste. Pero sin duda el mayor guiño lo realizan al emular el duelo final de Por un puñado de dólares.
A modo de conclusión
final, el sapaghetti western y la trilogía del dólar en especial, suponen la
desmitificación del oeste clásico por una renovación del género en un tono más
sucio y salvaje, a medio camino entre el renacimiento y la parodia.
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