La genialidad de Roman
Polanski como director es algo indiscutible. Sus películas suelen ser oscuras y
trágicas, siendo así un reflejo de su propia vida. Sin embargo,
entre sus primeros filmes encontramos una pequeña e inverosímil obra
maestra, una comedia negra titilada El
baile de los vampiros. Esta película y sobre todo la siguiente, La semilla del diablo, convertirían a
Polanski en uno de los directores de los sesenta más populares, a la altura de
Stanley Kubrick y Sam Peckinpah.
La
película
El doctor Abronsius y
su ayudante Alfred viajan por toda Transilvania con el objeto de investigar la
existencia de los vampiros. Cuando llegan a una pequeña posada
repleta de cabezas de ajo se despierta la curiosidad de ambos, aunque los aldeanos insisten
en que se trata simplemente de un objeto decorativo. Sin embargo cuando el
dueño de la posada, el señor Shagal, es convertido en vampiro y su hija Sarah es secuestrada por el Conde Von Krolock, la situación cambia. Abronsius y Alfred
se dirigen al castillo del conde para rescatar a Sarah y erradicar la
amenaza vampírica que se cierne sobre el mundo.
El filme es una parodia
del género de los vampiros, que respeta además todas sus convenciones e imaginería.
Es una película muy visual, con pocos diálogos y unos gags que recuerdan mucho
a los de los cómicos de los años veinte, sin olvidar por supuesto el erotismo presente
en toda la filmografía de Polanski. Además el director compone unos
geniales planos secuencia que adornan mucho más el resultado final de la cinta.
No obstante pasaría algún tiempo para que la versión de Polanski viese la luz,
pero vayamos por partes.
La
preproducción
A mediados los años
sesenta Roman Polanski acababa de terminar su tercera película, Callejón sin salida, para la que estaba buscando distribución. Es
entonces cuando conoce al productor Marthy Ransohoff, uno de
los propietarios de la empresa Filmaways. Éste se compromete a distribuir la
película de Polanski a cambio de autorizarle a realizar el montaje final de su
siguiente película, que acabaría siendo El baile de los
vampiros. Polanski aún no sabía el gran error que acababa de cometer.
Con Metro-Goldwyn-Meyer
como coproductora del filme, Polanski se prepara a realizar su primera
película con capital americano. Para escribir el guión vuelve a contar con su
amigo Gérard Brach, con quien había escrito los guiones de Repulsión y Callejón sin
salida. El reparto también estaba decidido. Para el papel de Abronsius, una especie de Albert Einstein loco,
Polanski pensó desde el principio en Jack MacGowran, al que conocía de su anterior filme Callejón sin salida. Para interpretar a su pupilo Alfred, Polanski
decidió hacerlo él mismo, pese a las objeciones de Ransohoff que insistía en
que se olvidase de actuar y se centrase en dirigir. Sin embargo encontrar a una actriz que diese vida a Sarah no fue tan fácil. El
realizador tenía en mente a Jill St. John, sin embargo el estudio le obligó a
contratar a una desconocida actriz llamada Sharon Tate. En un principio a
Polanski no le convencía demasiado la idea, pero cuando vio a Tate caracterizada como su
personaje no tuvo dudas de que podría hacerlo. Sharon Tate se convirtió en la
esposa de Roman Polanski hasta su trágico asesinato en 1969 a manos de la
familia Manson.
La
producción y distribución
El rodaje no fue menos
accidentado que la fase de preparación del filme. Constantes cambios de
localizaciones (tanto de lugares naturales como de estudios), problemas con los
sindicatos de actores, censuras en el guión o un total desinterés de la
película por parte de la Metro-Goldwyn-Meyer, dejaron al director agotado. Como recuerda en su
libro Roman por Polanski: “Yo entonces no me daba cuenta, pero todo era un
reflejo de la situación que se produce cuando unos grandes estudios invierten
una elevada suma en una película y luego pierden el interés por ella. Así es
Hollywood; un niño mimado que pide a gritos un juguete y después lo tira al
suelo”.
Aunque lo peor estaba
por venir. Ransohoff se había ocupado de destrozar la obra de Polanski en la
sala de montaje. Había cambiado el título por The fearless vampire killers, or pardon me, But your teeth are in my
neck, algo así como El asesino de
vampiros, o disculpe, pero tiene usted sus dientes en mi cuello. Además
dobló a todos los actores para que sonasen más norteamericanos, recortó veinte
minutos de metraje, cambió la música de Christopher Komeda y añadió un prólogo
inicial de dibujos animados. La película dejaba así un metraje totalmente
incomprensible. Polanski pidió que quitasen su nombre de los créditos pero no
se lo permitieron.
Las malas lenguas
decían que Ransohoff anhelaba tener a Sharon Tate para él, y destrozar la película de
Polanski era su venganza particular. O bien era eso, o bien se trataba del peor
productor de cine de la historia. El caso es que la película pasó por las
salas sin pena ni gloria. En 1969, un par de años después de su estreno y
propiciado en parte por el éxito de La
semilla del diablo, la versión que Polanski concebió para El baile de los vampiros vio por fin la
luz alcanzando el éxito y convirtiéndose en una película de culto.
Ficha
técnica y artística
Dance
of the vampires
Director: Roman
Polanski
Guión: Roman Polanski y
Gérad Brach
Música: Christopher
Komeda
Fotografía: Douglas
Slocombe
Reparto: Jack McGowran, Roman Polanski, Sharon Tate, Ferdy
Mayne, Alfie Bass, Jessie Robins, Iain Quarrier, Terry Downes, Fiona Lewis
Año: 1967
Duración: 111 minutos
Nacionalidad: Estados
Unidos/ Reino Unido
Productora: Metro-Goldwyn-Meyer