Antes de que
Christopher Nolan le diera al Hombre-Murciélago el homenaje que se merece con
su trilogía de El Caballero Oscuro,
Batman ya contaba en su haber con otras adaptaciones cinematográficas. Aparte de los
seriales de los años cuarenta y la adaptación al cine de la serie protagonizada
por Adam West allá por el sesenta y seis, el héroe creado por Bob Kane contó
con una saga de cuatro películas que se desarrollaron entre 1989 y 1997. Hoy
nos centramos en las dos primeras entregas, las dirigidas por Tim Burton.
Batman
(1989)
A finales de los
ochenta, los peces gordos de la Warner querían producir una película de Batman
propiciados el éxito de la novela gráfica de Frank Miller El regreso del Caballero Oscuro. La idea era convertir al héroe de
DC en el protagonista del blockbuster del
verano de 1989. Un año antes, un joven y desconocido Tim Burton había estrenado su
segunda película: Bitelchus. A los
jefezos de Warner Bros les gustó y decidieron contratar a Burton para que
dirigiese Batman.
El oscurecimiento que
había sufrido el superhéroe gracias a Frank Miller, lejos de ese colorido camp que envolvía al superhéroe desde los sesenta, fue lo que hizo que Burton decidiese aceptar el proyecto.
Sin embargo, su principal influencia no fue el comic de Miller, sino una obra
llamada La broma asesina, escrita por
Allan Moore y dibujada magistralmente por Brian Bolland, que se centraba en el origen del Joker.
La trama del filme es
la siguiente: Gotham es una ciudad asestada de criminales. Ni el comisario
Gordon ni el Fiscal del Distrito Harvey Dent (interpretado por Billy Dee “Lando
Calrissian” Williams) pueden frenar esta ola de delincuencia. Es entonces
cuando aparece Batman (Michael Keaton), un Hombre-Murciélago que se convierte
en el nuevo héroe de la ciudad. En realidad Batman es el álter ego del
multimillorario filántropo de la ciudad de Gotham, Bruce Wayne, un hombre que
de niño vio cómo asesinaban a sus padres. Paralelamente, un perverso y sádico
criminal conocido como Jack Napier (Jack Nicholson) sufre un accidente que le
convierte en el Joker.
Vista hoy día, la
película no ha envejecido bien y más si tenemos en cuenta el Batman de Christopher
Nolan, con quien no aguanta la comparación. Los personajes son planos y la
trama peca de simpleza. Los diálogos son poco menos que risibles y Tim Burton
parece incómodo a la hora de su desarrollarlos para hacer avanzar la trama. Mi
diálogo preferido se produce en la cueva de Batman, cuando Vicky Vale (Kim Basinger)
descubre la identidad secreta de Bruce Wayne:
VICKY VALE: ¿Por qué lo
haces?
BRUCE WAYNE: Hay cosas
que no puedes evitar. La vida es así.
Eso es justificar la
psicología del héroe y lo demás tontería. Michael Keaton es un Batman sin alma,
soso, inexpresivo y sin ningún tipo de carisma. Uno no se explica por qué Kim
Basinger se fijaría en él (aparte de por su fortuna, claro). Poco que ver con
el carismático multimillonario playboy de los comics. Otro
personaje que está totalmente desaprovechado es el Comisario Gordon, que parece
bastante tonto. Además se ignora por completo la relación entre él y Batman.
Dichas las cosas malas,
vamos con las buenas. ¿Lo mejor? Jack Nicholson como Joker. Él es el verdadero
protagonista de la película. Aparece más tiempo en pantalla que el propio
Batman, lo cual es agradecer ya que la
actuación de Nicholson está a años luz de la de Keaton. Por otro lado, la
puesta en escena es espectacular, con unos impresionantes decorados (realizados por Anton Furs) que recuerdan mucho a los de la mítica Metrópolis. Los homenajes a la obra
maestra de Fritz Lang no se quedan sólo en el diseño de la ciudad de Gotham,
sino que llegan hasta la secuencia final en el campanario. Destaca
además la música de Danny Elfman, que evoca la grandeza del héroe a la vez que
te mete en un extravagante mundo repleto de nostalgia.
La película fue un
enorme éxito de taquilla en todo el mundo, logrando así el éxito comercial y la libertad creativa de la que Tim Burton
sigue gozando hoy día.
Batman
vuelve (1992)
La navidad llega a la ciudad de Gotham y varios criminales se empeñan en hacer
la vida imposible a sus ciudadanos. Por un lado está el Pingüino (Danny DeVito),
una deforme criatura que se alía con el empresario sin escrúpulos Max Shreck (Christopher
Walken) para controlar la ciudad. Por otro lado aparece Catwoman (Michelle
Pfeiffer), una sexy y hábil ladrona cuya agilidad y fuerza son equiparables a
su odio por Max Shreck. Con todo este panorama tendrá que lidiar el pobre
Batman.
Tres años después de la primera entrega, Burton retoma los mandos de la dirección para dirigir su secuela: Batman vuelve. Esta película es mucho más “burtoniana” que la anterior: más tenebrosa, extravagante e irónica. Eso sí, parece
cualquier cosa menos una película de Batman.
Es más bien un cuento de navidad gótico orquestado por los gustos y obsesiones de
su director. No en vano, Burton continúa con sus guiños al cine expresionista alemán de
los años veinte. Por ejemplo, el nombre del personaje de Christopher Walken, Max
Shreck, es una referencia directa al actor que encarnó a Nosferatu en la película homónima de F. W. Murneau.
Para ir resumiendo, si de algo peca Tim
Burton en sus películas es de la ausencia de un guión cuidado en favor de la
puesta en escena. El propio Burton ha admitido en alguna ocasión que el punto
débil de sus películas suele estar en el guión. El caso de sus Batman es ese: un guión descuidado pero
una puesta en escena espectacular. Hoy día ambas películas han quedado bastante
desfasadas y resultan algo torpes e infantiles. Pero en fin, siempre serán mejor que las de Joel
Schumacher... ¿o no?