viernes, 14 de junio de 2013

EL BATMAN DE TIM BURTON

Antes de que Christopher Nolan le diera al Hombre-Murciélago el homenaje que se merece con su trilogía de El Caballero Oscuro, Batman ya contaba en su haber con otras adaptaciones cinematográficas. Aparte de los seriales de los años cuarenta y la adaptación al cine de la serie protagonizada por Adam West allá por el sesenta y seis, el héroe creado por Bob Kane contó con una saga de cuatro películas que se desarrollaron entre 1989 y 1997. Hoy nos centramos en las dos primeras entregas, las dirigidas por Tim Burton.

Batman (1989)

A finales de los ochenta, los peces gordos de la Warner querían producir una película de Batman propiciados el éxito de la novela gráfica de Frank Miller El regreso del Caballero Oscuro. La idea era convertir al héroe de DC en el protagonista del blockbuster del verano de 1989. Un año antes, un joven y desconocido Tim Burton había estrenado su segunda película: Bitelchus. A los jefezos de Warner Bros les gustó y decidieron contratar a Burton para que dirigiese Batman.

El oscurecimiento que había sufrido el superhéroe gracias a Frank Miller, lejos de ese colorido camp que envolvía al superhéroe desde los sesenta, fue lo que hizo que Burton decidiese aceptar el proyecto. Sin embargo, su principal influencia no fue el comic de Miller, sino una obra llamada La broma asesina, escrita por Allan Moore y dibujada magistralmente por Brian Bolland, que se centraba en el origen del Joker.

La trama del filme es la siguiente: Gotham es una ciudad asestada de criminales. Ni el comisario Gordon ni el Fiscal del Distrito Harvey Dent (interpretado por Billy Dee “Lando Calrissian” Williams) pueden frenar esta ola de delincuencia. Es entonces cuando aparece Batman (Michael Keaton), un Hombre-Murciélago que se convierte en el nuevo héroe de la ciudad. En realidad Batman es el álter ego del multimillorario filántropo de la ciudad de Gotham, Bruce Wayne, un hombre que de niño vio cómo asesinaban a sus padres. Paralelamente, un perverso y sádico criminal conocido como Jack Napier (Jack Nicholson) sufre un accidente que le convierte en el Joker.

Vista hoy día, la película no ha envejecido bien y más si tenemos en cuenta el Batman de Christopher Nolan, con quien no aguanta la comparación. Los personajes son planos y la trama peca de simpleza. Los diálogos son poco menos que risibles y Tim Burton parece incómodo a la hora de su desarrollarlos para hacer avanzar la trama. Mi diálogo preferido se produce en la cueva de Batman, cuando Vicky Vale (Kim Basinger) descubre la identidad secreta de Bruce Wayne:

VICKY VALE: ¿Por qué lo haces?

BRUCE WAYNE: Hay cosas que no puedes evitar. La vida es así.

Eso es justificar la psicología del héroe y lo demás tontería. Michael Keaton es un Batman sin alma, soso, inexpresivo y sin ningún tipo de carisma. Uno no se explica por qué Kim Basinger se fijaría en él (aparte de por su fortuna, claro). Poco que ver con el carismático multimillonario playboy de los comics. Otro personaje que está totalmente desaprovechado es el Comisario Gordon, que parece bastante tonto. Además se ignora por completo la relación entre él y Batman.

Dichas las cosas malas, vamos con las buenas. ¿Lo mejor? Jack Nicholson como Joker. Él es el verdadero protagonista de la película. Aparece más tiempo en pantalla que el propio Batman, lo cual es agradecer  ya que la actuación de Nicholson está a años luz de la de Keaton. Por otro lado, la puesta en escena es espectacular, con unos impresionantes decorados (realizados por Anton Furs) que recuerdan mucho a los de la mítica Metrópolis. Los homenajes a la obra maestra de Fritz Lang no se quedan sólo en el diseño de la ciudad de Gotham, sino que llegan hasta la secuencia final en el campanario. Destaca además la música de Danny Elfman, que evoca la grandeza del héroe a la vez que te mete en un extravagante mundo repleto de nostalgia.

La película fue un enorme éxito de taquilla en todo el mundo, logrando así el éxito comercial y la libertad creativa de la que Tim Burton sigue gozando hoy día.

Batman vuelve (1992)


La navidad llega a la ciudad de Gotham y varios criminales se empeñan en hacer la vida imposible a sus ciudadanos. Por un lado está el Pingüino (Danny DeVito), una deforme criatura que se alía con el empresario sin escrúpulos Max Shreck (Christopher Walken) para controlar la ciudad. Por otro lado aparece Catwoman (Michelle Pfeiffer), una sexy y hábil ladrona cuya agilidad y fuerza son equiparables a su odio por Max Shreck. Con todo este panorama tendrá que lidiar el pobre Batman.

Tres años después de la primera entrega, Burton retoma los mandos de la dirección para dirigir su secuela: Batman vuelve. Esta película es mucho más “burtoniana” que la anterior: más tenebrosa, extravagante e irónica. Eso sí, parece cualquier cosa menos una película de Batman. Es más bien un cuento de navidad gótico orquestado por los gustos y obsesiones de su director. No en vano, Burton continúa con sus guiños al cine expresionista alemán de los años veinte. Por ejemplo, el nombre del personaje de Christopher Walken, Max Shreck, es una referencia directa al actor que encarnó a Nosferatu en la película homónima de F. W. Murneau.


Para ir resumiendo, si de algo peca Tim Burton en sus películas es de la ausencia de un guión cuidado en favor de la puesta en escena. El propio Burton ha admitido en alguna ocasión que el punto débil de sus películas suele estar en el guión. El caso de sus Batman es ese: un guión descuidado pero una puesta en escena espectacular. Hoy día ambas películas han quedado bastante desfasadas y resultan algo torpes e infantiles. Pero en fin, siempre serán mejor que las de Joel Schumacher... ¿o no?